Encuentro extraño (Mandy)

Estaba de paseo noctámbulo por los exteriores del castillo. Nadie que me hubiera visto así me hubiera reconocido. Iba con los ojos pintados de negro, una camiseta blanca que me iba tan grande que me colgaba por todos lados y unos tejanos cortos rotos. Además mi pelo estaba totalmente desaliñado. Jamás se me hubiera ocurrido presentarme así delante de mis padres, aunque en el colegio me daba igual todo, solo era Lily, una chica de lo más peculiar. Parecía que acabase de salir de un agujero. Pero no había salido de ningún agujero. Aún no. Para poder salir, primero debía entrar, cosa que me disponía a hacer. Tenía la certeza de que nadie me iba a ver, aunque otra vez estaba muy equivocada.

Al fin vi el gran árbol que buscaba, el sauce boxeador. Llevaba ahí desde los tiempos en que el abuelo iba a Hogwarts, y tenía más importancia de lo que aparentaba. Yo lo había descubierto gracias a haber escuchado a escondidas una conversación de mi padre con el tío Ron, en la que rememoraban los tiempos en los que se metían por entre una de las raíces del gran sauce boxeador y llegaban a parar a la casa de los gritos. Aseguraban estar realmente asustados de aquella casa, aunque a mi no me daba miedo. La primera vez que decidí ir, siguiendo el instinto de saber si lo que decían los mayores era cierto, no me asustó para nada aquella casa oscura y siniestra. Me gustaban los lugares oscuros, y más aún si estaban completamente vacios.

Ya estaba ahí delante, apunto de coger una rama larga para darle al nudo que tenía el sauce ahí en medio para paralizarlo y así poder entrar. Tenía el palo en la mano. Cualquiera que me hubiera visto hubiera dudado que tuviese buenas intenciones... Bueno, tampoco eran del todo malas. Esta vez, no. Solo quería ordenar mis pensamientos en un sitio donde estuviese tranquila, y la casa de los gritos, por su oscuridad y tranquilidad se convertía siempre en el lugar perfecto. Estaba a punto de darle al nudo del sauce cuando oí pasos a mi espalda. Me detuve oyendo como los pasos se acercaban cada vez más a mi. De inmediato saqué mi varita. Fuese quien fuese, estaba preparada para contrarrestar cualquier ataque, si es que lo había.

Escuché con detenimiento a los pasos acercarse a mi, fijándome en cada uno de los detalles sonoros. Debía tener cuidado, no solo por la parte de meterme en líos, sino por que en el bosque prohibido podía encontrar a todo tipo de criaturas mágicas. De repente oí la voz de Mandy, y no pude contener un suspiro de alivio. -Menudo susto me has dado- dije girándome para poder verla. -Creía que me perseguía algo- dije medio riendo, ahora ya más tranquila. Al menos no había ningún peligro, era solo Mandy una de mis mejores amigas, prefecta de Gryffindor, un año mayor que yo y el que debería haber sido un ejemplo a seguir para mi.

Aunque no me disgustó verla ahí conmigo, no pude evitar asombrarme. -¿Que haces tú aquí?- le pregunté intrigada, pensando en lo que le iba a decir si me preguntaba a mi esa misma pregunta. No tenía ni idea de lo que hacía yo ahí, la cuestión es que ahí estaba y eso era todo. A veces actuaba sin pensar, y esa era una de ellas. Simplemente quería meterme en mis pensamientos, en algún lugar alejado de la rutina, por eso me había dirigido ahí. Pero Mandy, ¿que pintaba ella en aquel ambiente oscuro? ¿Me abría seguido? ¿O tenía algún motivo en especial para estar ahí?



Off: Lo sé T.T (Ya no hay nada que hacer xD)